sábado, 9 de junio de 2012

Espiritualidad Bíblica para una cultura postmoderna en América Latina Biblical Spirituality for a postmodern culture in Latin America


Espiritualidad Bíblica para una cultura postmoderna

Biblical Spirituality for a postmodern culture in Latin America

Una propuesta que tenemos para un mundo que se debate en la postmodernidad y donde hay una cultura de subculturas, enfocada en el humanismo y en el hedonismo, es que debemos enfocarnos a dirigir a los pecadores arrepentidos a confiar en lo que ha sido hecho por ellos por medio de Cristo, debemos mostrar a Dios como el centro del evangelio, como el bien mas elevado, mejor, supremo y desicivo del evangelio, sin el cual ningún otro don serviría; Al que es la gloria de Dios en la faz de Jesucristo revelada para nuestro gozo eterno(2 cor. 4:4) en vez de dirigir la atención de las personas a lo que debe hacerse en ellas.

Debemos emplear métodos y terminología que presenten el evangelio y los fundamentos básicos de la obra salvadora de Dios en Cristo, para que la presentación del Evangelio sea conforme a la Palabra de Dios. Aunque muchas personas han sido salvas con los actuales métodos evangelísticos, muchas otras no han entendido claramente el Evangelio. El mensaje que oyeron hizo tanto énfasis en la parte del hombre en la conversión, que la obra perfecta y terminada de Dios y la completa provisión en Cristo para los pecadores impotentes no fue comprendida ni creída.

La predicación del El verdadero Evangelio nunca es culturalmente apropiado. El Evangelio no fue dado por Dios para satisfacer los deseos naturales de ningún ser humano, no importa su cultura. La misión principal de Jesucristo en el mundo no fue hacer a la gente feliz, tranquila, y segura, ni siquiera para darles un sentido de pertenencia o para que se sintieran amados. Estas bendiciones son el fruto del Evangelio y deben ser experimentadas en las vidas de quienes creen el Evangelio.

Ofrecer el Evangelio a base de los deseos naturales o las necesidades culturales sentidas, sitúa al hombre y sus deseos en el centro de nuestro mensaje. Así, entronizamos al hombre y su felicidad. Cuando se presenta el Evangelio de esta forma, damos a entender que el objetivo de Dios es satisfacer las necesidades del hombre, cualesquiera que él sienta. Esto no es bíblico. Dios no existe para el hombre. El hombre existe para Dios. “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11).

¿Vino Jesús a este mundo a satisfacer las necesidades sentidas? ¡No! Él vino a solucionar el
problema del pecado. Juan escribió: “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14). El ángel dijo a José: “llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).

La misión de nuestro Señor fue resolver, en primer lugar, el problema de la perdición del hombre en el pecado, porque el pecado es una afrenta a Dios en Su posición como soberano Creador y Rey. Es por eso que el Hijo dijo a Su Padre: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:9). Jesús cumplió Su misión al sufrir el justo juicio de un Dios santo.

El Espíritu Santo vino al mundo a convencerlo de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8). Jesús vino a llamar a los pecadores al arrepentimiento (Mateo 9:13). Dios “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). La base bíblica para el Evangelio es un sentido de nuestra pecaminosidad ante Dios y el reconocimiento de que solamente la misericordia y la gracia de Dios pueden proporcionarnos el perdón de nuestros pecados. Ninguna criatura reconoce naturalmente esta necesidad espiritual.

Aunque  reconocemos que es imposible ser iglesia sin contexto y que la Biblia ha de ser entendida en su contexto,  Las iglesias evangélicas no pueden dejarse permea por corrientes de pensamiento humanas y diabólicas  que quieren sacar  de la escena a Dios o darle un papel que no es para nada el lugar de Dios y que la Biblia nos revela, debemos volver a la ley y al testimonio sin importar que tanto rechazo provoque, siendo consientes del contexto y de la relevancia del mensaje Bíblico entonces prediquemos a voz en cuello sin detenernos el verdadero Evangelio. A Dios sea la gloria!!!! 

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