Yo deseo que pertenezcas a la única
Iglesia verdadera, a la Iglesia fuera de la cual no hay salvación. No te
pregunto ¿a dónde asistes los domingos?, sino te pregunto ¿perteneces a la
única Iglesia verdadera? ¿En dónde se
encuentra está única Iglesia verdadera? ¿Semejante a qué es esta única Iglesia
verdadera? ¿Qué marcas tiene esta única Iglesia verdadera por las cuales puede
ser conocida? Tu bien podrás hacer tales preguntas, pero si lees con atención
te podre dar algunas respuestas al respecto. La única Iglesia verdadera es
compuesta por todos los creyentes en el Señor Jesús. Es compuesta de todos los
elegidos de Dios - de todos los hombres y las mujeres convertidos - de todos
los cristianos verdaderos. A cualquier persona que se le manifieste la elección
de Dios el Padre, la sangre vertida de Dios el Hijo lavando sus pecados, y la
obra santificadora de Dios el Espíritu Santo, en esa persona vemos un miembro
de la Iglesia verdadera de Cristo.
Es una Iglesia en la cual todos los miembros
tienen las mismas marcas. Todos ellos son nacidos de nuevo por el Espíritu
Santo. A Todos ellos se les ha concedido el “arrepentimiento para con Dios,
y la fe en nuestro Señor Jesucristo” Hechos 20:21, y la santidad de vida y
la conversación. Todos ellos aborrecen el pecado, y todos ellos aman a Cristo.
Ellos adoran de diferente manera, y de varias formas; algunos adoran con una
forma de oración, algunos adoran de rodillas, y otros en pie; pero todos ellos
adoran con un solo corazón. Todos ellos son guiados por un mismo Espíritu;
todos ellos edifican sobre un solo fundamento; todos ellos derivan su fe y el
conocimiento de un solo libro - la Biblia. Todos son unidos a un gran centro - Jesucristo. Todos ellos, a una ahora, pueden
decir con un corazón, “¡Aleluya!”; y todos ellos pueden responder con un
corazón y a una sola voz, “¡Amén, Amén!”
Es una Iglesia que no depende de ningún ministro en la tierra, pero
si estima y quiere aquellos que predican el Evangelio a sus miembros. La vida de
sus miembros no depende de la membresía oficial de la Iglesia, ni del Bautismo,
ni de la Cena del Señor - aunque ellos
estiman altamente estas cosas, cuando han de ser practicadas. Pero ella sólo
tiene una Cabeza Eminente - un Pastor, un Obispo príncipe - y ese es
Jesucristo. Él sólo, por Su Espíritu, admite a los miembros de esta Iglesia,
aunque los ministros muestran la puerta e indican el camino. Hasta que Él abra
la puerta, ninguno en la tierra la puede abrir, ni obispos o presbiterios, ni
convocaciones, ni sínodos. Una vez el hombre se arrepienta y cree en el
Evangelio, en ese momento viene a ser un
miembro de esta Iglesia.
Es posible que como el ladrón
penitente, no tenga la oportunidad de bautizarse; él tiene algo mucho mejor que
cualquier bautismo de agua - el bautismo del Espíritu. Pueda ser que él no
pueda recibir el pan y el vino de la Cena del Señor; pero él come el cuerpo de
Cristo y bebe la sangre de Cristo por fe cada día que vive en esta tierra, y
ningún ministro en este planeta se lo puede impedir. Él podrá ser excomulgado
por hombres ordenados, y separado de las ordenanzas exteriores de la Iglesia
profesante; pero todos los hombres ordenados en el mundo no lo pueden echar
afuera de la Iglesia verdadera. Es una Iglesia cuya existencia no depende de
las formas, ceremonias, catedrales, iglesias, capillas, pulpitos, vestimentas, órganos, dotes, dinero, reyes,
gobiernos, magistrados, fundaciones o cualquier favor hecho de la mano del
hombre. Ella ha sobrevivido, y ha vivido, y aun ha continuado viviendo cuando
todas estas cosas le han sido quitadas; muchas veces ella ha sido echada al
desierto o en las cuevas o cavernas de la tierra, por aquellos quienes habían
de ser sus amigos. Su existencia no depende
de nada sino de la presencia de Cristo y del Espíritu Santo, y como ellos son
eternos, y siempre han estado con ella, la Iglesia no puede morir.
Esta es la Iglesia a la cual pertenecen los títulos Bíblicos de privilegio
y honor presente, y las promesas de gloria futura especialmente le pertenecen;
este es el Cuerpo de Cristo; esta es la Novia; esta es la Esposa del Cordero;
este es el rebaño de Cristo; esta es la casa de fe y la familia de Dios, este
es el edificio de Dios, el fundamento de Dios, y el templo del Espíritu Santo.
Esta es la Iglesia de los elegidos de Dios, cuyos nombres están escritos en el
cielo; este es el sacerdocio real, la generación escogida, el pueblo escogido,
la posesión adquirida, la habitación de Dios, la luz del mundo, la sal y el trigo
de la tierra; esta es la “Única Iglesia Apostólica y profética” pues esta
edificada sobre el fundamento de los Apóstoles y los profetas Efesios 2:20; esta
es aquella Iglesia a la cual el Señor Jesús le prometió que “las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella” Mateo 16:18. Y a la cual le dice, “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo: 28:20.
Esta es la única Iglesia que posee la
unidad verdadera. Sus miembros están enteramente de acuerdo sobre todos los
asuntos de la fe, porque todos ellos son enseñados por un mismo Espíritu. Son
instruidos por el Espíritu Santo acerca de Dios, y de Cristo, y del Espíritu, y
del pecado, y de sus propios corazones, y de la fe, y el arrepentimiento y de
la necesidad de la santidad, y del valor de la Biblia, y de la importancia de
la oración, y de la resurrección, y del juicio venidero - acercas de todos
estos puntos ellos son de un mismo pensamiento. Toma tres o cuatro de ellos sin
conocerse, extranjeros unos a otros, de
las esquinas más remotas de este planeta; examínalos por separados sobre estos
puntos; y los hallarás a todos ellos de un sólo juicio y corazón.
Esta es la única Iglesia que posee la
verdadera santidad. Todos sus miembros son santos. Ellos no son meramente
santos por la profesión, santos en nombre, y santos en el juicio de la caridad;
todos ellos son santos en los hechos, en las acciones, y en la realidad, y la
vida, y la verdad.
Todos son más o menos conformados a
la imagen de Jesucristo. No han llegado todavía a la plenitud de la estatura
del varón perfecto, pero el Espíritu Santo trabaja en ellos para “que todos lleguemos a la unidad de la fe y
del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo” Efesios 4:13. Ningún hombre impío pertenece a
esta Iglesia.
Esta es la única Iglesia que es
verdaderamente católica. No es Iglesia de Roma, ni de alguna nación o raza. Sus
miembros se encuentran en cada parte del mundo donde el Evangelio es recibido y
creído. No es contenida entre los límites de algún país, o encerrada entre el
límite de algún gobierno exterior o de formas particulares. En ella no hay
ninguna diferencia entre Judío y Griego,
entre blanco y negro, entre hombre y mujer- sino la fe en
Cristo es todo. Sus miembros serán recogidos desde el norte, hasta el sur,
desde el este, hasta el oeste, en el último día. Todos tiene diferentes nombres
y lenguas - pero todos son uno en Jesucristo.
Esta es la única Iglesia la cual es
verdaderamente apostólica. Ella es edificada sobre el fundamento puesto por los
Apóstoles, y sostienen las doctrinas que ellos predicaban. Las dos grandes metas
a las cuales sus miembros procuran realizar, son a la fe apostólica y la práctica apostólica; y ellos consideran que
el hombre que habla de “seguir a los Apóstoles” sin poseer estas dos cosas “la
fe y la práctica apostólica” no será mejor que “un metal que resuena, o címbalo que retiñe” 1 Corintios 13:1.
Esta es la única Iglesia que
ciertamente permanecerá hasta el fin. Nada puede derribarla o destruirla. Sus
miembros podrán ser perseguidos, oprimidos, aprisionados, encarcelados, golpeados,
descabezados, quemados; pero la Iglesia verdadera nunca puede ser extinguida. Se
levantará otra vez de sus aflicciones; ella sobrevive al fuego y a la
persecución. Cuando es oprimida en un lugar, ella brotará en otro lugar.
Los Faraones, los Herodes, los Neros,
las Marías Sangrientas, han trabajado para destruir esta Iglesia: ellos han
matado a sus miles, y luego se mueren. La Iglesia verdadera ha vivido más que
todos ellos y los ha visto ser sepultados a cada uno de ellos en su tiempo.
Ella es un yunque que ha quebrado muchos martillos en este mundo, y todavía
quebrará muchos más; ella es una zarza que siempre está ardiendo, y no
obstante, no es consumida. Esta es la única Iglesia de la cual ningún miembro
puede perecer.
Una vez agregados en las listas de
esta Iglesia, los pecadores arrepentidos son salvos por la eternidad; nunca
serán echados fuera. La elección de Dios el Padre, la intercesión continúa de
Dios el Hijo, el poder santificador y la renovación diaria de Dios el Espíritu
Santo los rodea, los encierra como en un
jardín.
Ningún hueso del cuerpo místico de
Cristo será quebrantado; ningún miembro de su cuerpo podrá ser amputado;
ninguna oveja del rebaño de Cristo será arrebatada de Su mano.
Esta es la Iglesia que hace la obra
de Cristo sobre la tierra. Sus miembros son un rebaño pequeño, y pocos en
número, comparados con los hijos del mundo: unos pocos aquí, otros pocos allá -
unos cuantos en este distrito y unos cuantos en aquel otro. Estos son aquellos
quienes sacuden el universo; estos son aquellos quienes cambian el destino de
los reinos por sus oraciones; estos son aquellos quienes son los obreros
activos para difundir el conocimiento de la verdad pura e impoluta; estos son
la sangre vital de un país, el escudo, la defensa, el apoyo, y el soporte de
cualquier nación a la que pertenecen.
Esta es la Iglesia la cual será
verdaderamente gloriosa al final. Cuando toda la gloria terrenal sea destruida entonces
esta iglesia será presentada sin mancha delante del trono de Dios el Padre. Los
tronos, los principados, y los poderes sobre esta tierra llegaran a ser nada.
Todos los dignatarios, los oficios y las
fundaciones pasarán; pero la Iglesia de los escogidos alumbrara como las
estrellas al fin, y será presentada con regocijo delante del trono del Padre,
en el día de la aparición de Cristo. Cuando las joyas del Señor se preparen, y
la manifestación de los hijos de Dios suceda, el “episcopado” y el
“presbiterianismo”, y el “congregacionalismo”, no serán mencionados; sólo un Iglesia será
nombrada, y esa es la Iglesia de los escogidos del Señor.
Esta es la Iglesia verdadera a la
cual uno tiene que pertenecer, si ha de ser salvo. Hasta que pertenezcas a
esta, la iglesia verdadera, no eres nada mejor que un alma perdida. Tú podrás
tener la forma, la cáscara, la piel, y el cascaron de la religión, pero no
tienes la sustancia y la vida. Sí; tú podrás tener cincuenta privilegios
exteriores: te podrás gozar de tener mucha luz, y de conocimiento - pero si no
perteneces al cuerpo de Cristo, tu luz, y tu conocimiento, y tus privilegios,
no podrán salvar tu alma. ¡Ay, como hay ignorancia sobre este punto! Los hombres se
imaginan que si se unen a esta Iglesia o aquella Iglesia, y vienen a ser
miembros, y pasan por ciertos ritos y formas, todo estará bien con sus almas. Es un engaño total:
es un error grosero. No todos los que se llaman Israel son Israel, y todos los
que profesan ser cristianos no son miembros del cuerpo de Cristo. Escucha bien,
tú podrás ser un Episcopal firme, o Presbiteriano, o Congregacionalista, o
Bautista, o Metodista, o Pentecostés, o luterano - y todavía no pertenecer a la
Iglesia verdadera. Y si no perteneces a la única iglesia verdadera, sería mejor
al final que nunca hubieras nacido.
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