Desde la misma creación, Dios constituyo una familia,
esta estaba compuesta por un hombre, Adán y una mujer Eva. (Génesis 2:18-25 nos
relata este suceso) También desde el mismo principio Satanás se ha opuesto a
los propósitos divinos, intentando desunir aquella primer pareja y desde el día
que nuestros primeros padres pecaron, arruinaron su relación, tanto con Dios
como entre sí mismos; desde aquel día se mantiene una lucha constante por
mantener la unidad familiar en el vínculo de la paz.
Hoy en día, por causa del pecado y la dolorosa
consecuencia causadas por el mismo, nos encontramos con pocas familias bien
constituidas, fortalecidas y constantes en la búsqueda de un crecimiento en la
piedad, tanto personal como familiar, aun dentro de las iglesias muchas parejas
sufren abusos de todo tipo, tanto verbales, físicos, sexuales y psicológicos.
Las consecuencias son vivibles y los resultados, se están manifestando de una
forma mucho más dolorosa en toda la sociedad, que cada 6 día se corrompe mas,
aprobando aquello que Dios desaprueba. Por estas razones y en el carácter de
nuestra responsabilidad la cual nos fue delegada, nuestra voz no puede ser
callada, y sus oídos tienen que escuchar. Dios prospere este escrito y llegue a
manos diligentes y responsables.
Si la sociedad no escucha, tu debes escuchar; si los
demás no actúan, tú debes actuar; pues cada uno de nosotros dará cuenta a Dios.
Si verdaderamente hemos creído en Cristo, nuestra fe actuará en la voluntad de
Dios, la cual es nuestra santificación. La familia tiene un alto grado de
estima en los propósitos eternos de Dios; si amamos a Dios con todas nuestras
fuerzas, también amaremos a nuestro prójimo; entre ellos están los miembros de
la familia, los cuales son nuestro prójimo más cercano. La raíz de los
problemas familiares es producto de nuestros egoísmos, pero damos gloria a Dios
por su gran liberación. Si hemos sido amados por Él y traídos a Él, si siendo
pecadores detestables y mereciendo la muerte se nos dio vida, debemos, nosotros,
amarnos los unos a los otros. El marido ame a su mujer y la mujer a su marido,
ambos se pertenecen el uno al otro; los hijos obedezcan a sus padres y que los
padres los amonesten en la disciplina de la piedad, conforme a la voluntad de
Dios. Toda la familia debe ocuparse personalmente y diligentemente en buscar el
rostro del señor y luego, grupalmente, porque esto dará frutos abundantes,
sabiendo que el Señor es re compensador de los que le buscan (hebreos 11:6) si
así lo hacemos, tendremos familias sólidas ante los problemas circunstanciales
de la vida, pues pondremos nuestra confianza en Dios y el será nuestro escudo.
Jamás seremos avergonzados si así lo hacemos encargados del cuidado de los
pobres y las viudas, debemos encargarnos de instruir en esta regla y de
estimular a las preguntas para disipar toda duda, tenemos que indagar con
frecuencia y personalmente, que se observe tan gran beneficio del ejercicio de
esta piedad, porque su fruto será grande. Si queremos ver una verdadera reforma
y familias cristianas saludables y fortalecidas en Dios, pongamos en práctica
esta regla.
“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la
cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida,
para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano,
ni en vano he trabajado.” Filipenses 2:15-16
El
Directorio para la Adoración (Culto) Familiar Tocante a la adoración individual y privada y la
edificación mutua; para alimentar la piedad, para mantener la unidad y para
evitar las disensiones y divisiones.
La ASAMBLEA EN EDIMBURGO, el 24 de agosto de 1647.
La asamblea general, después de madura deliberación,
aprueba las Reglas y las Direcciones siguientes para abrigar la piedad, y para
prevenir la división y el cisma y designa a ministros y ancianos gobernantes en
cada congregación a tomar el cuidado especial que estas Direcciones sean
observadas y sean seguidas; como igualmente, que presbiterios y sínodos
provinciales inquieren y hagan la prueba si los dichos Direcciones son
observadas debidamente en su salta; y para reprobar o censurar (según la
calidad de la ofensa), tal como será encontrado de ser reprochable o censurable
en eso. Y, al fin que estas direcciones no se puedan rendir ineficaz y poco
rentable entre algunos, por el descuido usual de la mera sustancia del deber de
la adoración familiar, la Asamblea requiere aún más y designa a ministros y
ancianos gobernantes hacer la búsqueda y las preguntas diligentes, en las
congregaciones cometidas a su carga respectivamente, si hay entre ellos alguna
familia o familias que usualmente descuidan este deber necesario; y si tal
familia cualquiera sea encontrada, la cabeza de la familia será amonestado
privadamente primero para enmendar su defecto; y, en caso que continua en eso,
él será gravemente y tristemente reprobada por la consistorio; después de la
reprobación, si él es encontrado de todavía descuidar la adoración familiar,
permítale ser, por su obstinación en tal ofensa, suspendido y excluido de la
cena del Señor, que sea estimado indigno para comunicar en ello, hasta que él
se arrepiente.
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Además de la adoración pública en las congregaciones
(que se ha establecido misericordiosamente en este país en gran pureza) es
conveniente y necesario que se exija y que se establezca la adoración privada
de cada persona individualmente y la adoración privada como familia; para que -
con una reforma nacional - la profesión y poder (eficacia) de la piedad se
extienda tanto individual como en familia.
Y primero, para la adoración privada (individual) es
muy necesario que cada uno por sí solo se entregue a la oración y meditación.
Su beneficio maravilloso lo conocen mejor aquellos que más se ejercitan en
ello; siendo éste el medio por el que (en una manera especial) se nutre la
comunión con Dios, y por lo que se obtiene la preparación adecuada para otros
deberes; por consiguiente conviene no solo a pastores (en insistir a toda
persona de toda clase dentro de sus varios cargos, que cumplan con este deber
por la mañana y tarde, y en otras ocasiones) pero también es una obligación
para las cabezas de cada hogar en encargarse - tanto ellos mismos, como
aquellos que están bajo su cuidado - que se ocupen con diligencia a diario en
ello.
Los deberes comunes incluidos bajo el ejercicio de la
piedad los cuales deben estar presentes en familias cuando se reúnan con ese
propósito son estos:
1. La oración y las alabanzas hechas con una referencia
especial, tanto a la condición pública de la iglesia de Dios y de este reino,
como a la situación presente de la familia, y de cada miembro de ella.
2. Después, la lectura de las Escrituras, con un repaso del
Catecismo en una manera sencilla, para que el entendimiento de los inexpertos
se facilite mejor para sacar provecho de las ordenanzas públicas, y para que
sean mejor capacitados para entender las Escrituras cuando son leídas; junto
con conferencias (pláticas) piadosas que lleven a la edificación de todos los
miembros en su más santísima fe: así como también, exhortaciones y
amonestaciones, por razones justas, de parte de aquellos que ejercen autoridad
en la familia.
3. Así como el cargo y oficio de interpretar las Sagradas
Escrituras es parte del llamado ministerial, el cual ninguno (por mucho que
esté capacitado) debe tomar para sí en cualquier lugar, sino aquel que ha sido
debidamente llamado a ello por Dios y por su iglesia local; así también en cada
familia (donde haya alguien que pueda leer) las Sagradas Escrituras deben
leerse por lo común a la familia; es recomendable, que después platiquen de lo
que se leyó, y que por medio de la plática hagan buen uso de lo que se ha leído
y oído.
Como
por ejemplo, si algún pecado se condena en la lectura leída, la aplicación
puede dirigirse a que toda la familia tenga cuidado y que se guarde de caer en
ese pecado.
O
si algún juicio se advierte o se hace mención en esa porción de la Escritura
leída que haya sido ejecutado, la aplicación puede dirigirse en hacer que toda
la familia tema, a no ser que el mismo juicio o un peor juicio caiga sobre
ellos, si es que no se cuidan del pecado que acarreó consigo mismo tal juicio.
4. Y finalmente cualquier deber ú obligación que se
requiera, o que se extienda algún consuelo a través de una promesa, la
aplicación puede enfocarse así a animarlos a que acudan a Cristo para obtener
fuerzas poder llevar a cabo dicho deber ú obligación que se está mandando, así
como en aplicarse el consuelo que se les extiende.
En
todo lo cual el padre de familia debe tener la responsabilidad principal; y
también cualquier miembro de la familia puede hacer preguntas o presentar dudas
que necesitan ser resueltas.
La
cabeza del hogar tiene que tomar cuidado que nadie de la familia se aleje de
ninguna parte de la Adoración familiar. Y en vista de que el cumplimiento
acostumbrado de todas las partes de la adoración (culto) familiar pertenece
apropiadamente a la cabeza del hogar, el ministro debe estimular a los que son
perezosos y capacitar a los inmaduros, para que puedan llevar a cabo estos
ejercicios.
Siempre se ha considerado una libertad el que personas
de carácter reciban individuos aprobados por el presbiterio para llevar a cabo
este ejercicio de la adoración familiar. Y en otras familias - en donde la
cabeza del hogar es inexperta o con algún tipo de incapacidad - que otro que
vive bajo el mismo techo con la familia, aprobado por el ministro y el
consistorio (junta directiva) se le otorgue la tarea de este servicio.
En todo esto tanto el ministro como la junta directiva
son responsables al presbiterio. Y si un ministro - por la providencia de Dios
- es traído a cualquier familia, se espera que en ningún tiempo llame a
cualquier miembro de la familia para la adoración mientras que excluya a los
demás, salvo en casos únicos especialmente tocante a personas involucradas [en
un conflicto], que (en prudencia cristiana) otros no necesitan ni deberían
saber del asunto.
Que a ningún vago ú ocioso sin profesión alguna, o una
persona vagabunda bajo pretexto de haber sido llamada [al ministerio], se le
permita llevar a cabo la adoración (culto) familiar, para dichas familias; ya
que hay individuos contaminados con errores o que procuran hacer divisiones, y
que están listos (de esa manera) para meterse en casas y llevar cautivas a
personas ingenuas e inestables.
En la adoración (culto) familiar, debe haber un
cuidado especial en que cada familia se mantenga dentro de su propios límites;
sin andar demandando, invitando o admitiendo personas de otras familias [a que
se reúnan con ellos], a menos que sean aquellos que se están hospedando,
comiendo juntos o que están con ellos por alguna ocasión legítima.
Sin importar cuales hayan sido los resultados y
provecho que se logró por reuniones de diversas familias en tiempos de
corrupción o dificultades (en cuyos casos muchas cosas son meritorias y
excelentes, pero que en otros casos no lo son) sin embargo - cuando Dios nos ha
bendecido con paz y con un evangelio purificado - tales reuniones de diversas
familias (salvo en casos mencionados en estas direcciones orientativas) deben
desautorizarse, por motivo que pueden impedir los ejercicios de la Adoración
(culto) de cada familia en sus hogares, que pueden perjudicar el ministerio
publico, que pueden dividir familias en una congregación local, y con el tiempo
la iglesia entera. Además muchos tropiezos pueden venir por esto, resultando en
el endurecimiento de los corazones de hombres carnales (impíos) y trayendo
tristeza a los piadosos (creyentes).
En el día del Señor - después que cada miembro de la
familia por sí solo y como familia entera han buscado al Señor (en cuyos manos
la preparación de los corazones del hombre está) para prepararlos para la
adoración pública, y para que las ordenanzas públicas les sean de bendición –
el padre de familia debe asegurarse que todos bajo su
cuidado vayan a la adoración pública, a fin de que él y ellos puedan unirse con
el resto de la congregación.
Al terminar la adoración pública, después de la
oración, él debe hacer preguntas acerca de lo que han oído; y después según el
tiempo libre que dispongan que se ocupen en recitar el catecismo y en pláticas
de edificación espiritual sobre la Palabra de Dios.
Por otro lado (recogiéndose a un lado aparte) deberían
ocuparse en la lectura, en la meditación y en la oración privada, con el fin de
que puedan fortalecer y aumentar su comunión con Dios: y para que el beneficio
que encontraron en las ordenanzas públicas sea alimentado y avivado, y para que
ellos mismos sean aún más edificados para vida eterna.
Todos aquellos que puedan expresarse en (o tener
facilidad en el ejercicio de) la oración, deberían hacer uso de ese don de
Dios. Sin embargo aquellos que aún son inmaduros y más inestables pueden
comenzar con una forma prescrita de oración, pero no al punto en que se vuelvan
perezosos en avivar en ellos mismo (de acuerdo a sus necesidades diarias) un
espíritu de oración, que es dado a todos los hijos de Dios en cierta medida.
Para este fin, ellos deberían ser más fervientes y frecuentar más seguido la
oración privada a Dios para que El capacite tanto sus corazones en formular
como sus lenguas en expresar deseos convenientes a Dios a favor de sus
familias. Y entre tanto, para su mayor ánimo, medítese y hágase uso de los
siguientes puntos de oración en la forma que sigue.
«Que confiesen a Dios cuán indignos son para venir
ante su presencia, y cuán inútiles son para alabar su majestad y grandeza; por
consiguiente que rueguen fervientemente a Dios que les conceda un espíritu de
oración.»
«Asimismo deben confesar sus pecados y los pecados de
la familia; acusándose, juzgándose y condenándose a sí mismos por tales
pecados, hasta que puedan traer sus almas a cierta medida de verdadera
humillación.»
«Que derramen sus almas ante Dios, en el nombre de
Cristo, por su Espíritu, para obtener el perdón de sus pecados; para alcanzar
gracia para arrepentimiento, para creer y para vivir sobria, justa y
piadosamente; y que así puedan servir a Dios con gozo y alegría, caminando
delante de El.»
«Que den gracias a Dios por sus muchísimas
misericordias para con su pueblo, y para con ellos mismos. Y en especial que le
den gracias por su amor en Cristo y por la luz del Evangelio.»
«Que pidan y rueguen por tales beneficios particulares
de índole espiritual y terrenal, según ellos tengan necesidad en tal ocasión
(ya sea en la mañana o en la tarde) como de salud o de enfermedad, de
prosperidad o de adversidad.»
«Que oren por la iglesia de Cristo en general y por
todas las iglesias reformadas y por ésta iglesia en particular, y por todos los
que padecen por el nombre de Cristo; por todos los que están sobre nosotros,
por la majestad del rey, por la reina y por sus hijos; por los magistrados, por
los ministros y por el cuerpo entero de la congregación de la cual ellos son
miembros, igualmente tanto por sus vecinos que están ausentes en sus negocios
necesarios, como por aquellos que están en casa.»
«La oración puede concluirse con un ferviente deseo en
que Dios pueda ser glorificado en la venida del reino de su Hijo, y en el hacer
su voluntad, y con una certeza de que ellos mismos han sido hechos aceptos, y
que lo que ellos han pedido según su voluntad les será concedido.»
Estos ejercicios deben hacerse con gran sinceridad y
sin demora alguna, dejando a un lado toda actividad terrenal o estorbo - no
tomando en cuenta las burlas de ateos y hombres irreverentes y profanos - en
relación a las grandes misericordias de Dios en esta nación, y de sus reprensiones
severas con las cuales nos ha visitado últimamente. Y para este fin, personas
de eminencia (todos los ancianos de esta iglesia) deberían animarse a ellos y a
su familias no tan solo en ser diligentes en esto, pero también en colaborar de
manera eficaz para que todas las demás familias que están bajo sus cargos y
responsabilidades cumplan con estos deberes puntualmente.
Además de los deberes y obligaciones diarias en
familia (que ya se han mencionado anteriormente) deberes que no son comunes o
que son infrecuentes, tanto de humillación como acciones de gracias, deben
hacerse cuidadosamente por familias, cuando el Señor (en ocasiones
extraordinarias, ya sea en público como en privado) se los demande.
Viendo que la palabra de Dios requiere que debemos
considerarnos los unos a los otros, para estimularnos al amor y a las buenas
obras; así pues, en todo tiempo, y primordialmente en este tiempo (cuando la
insolencia abunda y cuando a burladores que siguen sus propias concupiscencias
les parece cosa extraña que otros no corran con ellos en el mismo desenfreno de
libertinaje) cada miembro de esta iglesia debería estimularse a sí mismo y a
los demás, a llevar a cabo aquellas obras de edificación mutua, por medio de la
enseñanza, por medio de la amonestación y represión; exhortándose a cada uno a
manifestar [confirmar] la gracia de Dios negando la impiedad y deseos mundanos
y viviendo en una manera piadosa, sobria y justa en este presente siglo; como
también sosteniendo a los débiles y orando con otros ú orando unos por otros.
Estos deberes deben hacerse en ocasiones extraordinarias traídas por la
providencia divina; a saber, cuando uno (encontrándose bajo cualquier desastre,
calamidad, aflicción o bajo grandes dificultades) busca dirección o consuelo; o
cuando se procura restaurar por amonestación privada a cualquier persona que ha
caído en pecado, y si eso no dio resultado que se traiga otro o dos más para la
amonestación, de acuerdo a la regla de Cristo, que en la boca de dos o tres
testigos conste (se decida) toda palabra.
Y es conveniente (pues no se concede a cualquier
persona dar palabras oportunas a conciencias fatigadas o angustiadas), que una
persona (en tal caso) que no pueda obtener alivio alguno, después que ha
utilizado todos los medios comunes de tipo privado y público, que se dirija a
su propio pastor, o algún cristiano con experiencia. Pero si da la casualidad
de que la persona que se halla agitada en su conciencia es de tal condición o
sexo, que (por motivos de discreción, modestia o temor de que traiga tropiezos)
requiere un amigo o amiga íntima, seria y temerosa de Dios que esté presente
con ellos en su plática, es conveniente que tal amigo o amiga esté presente.
Cuando personas de diversas familias se hallan unidas
por la providencia de Dios (estando fuera de casa en sus tareas propias, o
cualquier otra ocasión necesaria) y como les gustaría que el Señor su Dios
estuviese con ellos a dondequiera que fuesen, deberían caminar con Dios sin
descuidar los deberes de la oración y acción de gracias. Pero es necesario que
tomen cuidado que estos ejercicios sean hechos por tales que el grupo juzgué
más adecuados. Y que ellos igualmente tomen cuidado que ninguna conversación
deshonesta salga de sus labios, sino aquella que sea provechosa y edificativa
para que pueda impartir gracia a los oyentes.
El alcance, significado y propósito de todas estas
direcciones no es ningún otro sino solo este: Que por una parte el poder
(eficacia) y la práctica de la piedad (entre todos los ministros y miembros de
esta iglesia, según sus diversos lugares y posiciones) puedan ser alimentados y
extendidos, y que toda impiedad infidelidad y burlas de los ejercicios de
religión sean suprimidos. Por otra parte, que (bajo el nombre y pretexto de
tener actividades religiosas) ninguna reunión o actividad religiosa se permita
que tienda a engendrar errores, tropiezos, divisiones, o a desacreditar o
menospreciar las ordenanzas públicas y ministros, o a descuidar las
obligaciones que a cada uno le corresponde, ú otros males semejantes que son obras
(no del Espíritu) sino de la carne, y que son contrarias a la verdad y a la
paz.
A. KER
Traducido por Edgar A Ibarra Jr y Joel Chairez
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